Tensiones en Nuestras Vidas


Por el Arzobispo Henry D’Souza

 

Fui desafiado por esta pregunta: “¿Quién crea tensión en nuestras vidas?” Una pequeña reflexión me hizo darme cuenta de que hay muchas fuentes de tensión. La tensión puede venir de expectativas no realizadas. Las tensiones emergen de metas predeterminadas, las cuales son muy difíciles de alcanzar o casi imposibles para nuestras limitadas fuentes. En los exámenes, los estudiantes quieren conseguir un primer puesto en sus clases a través de sus altas calificaciones, para poder así estar cualificados para la Universidad o para los exámenes nacionales. Muchos de estos ideales son maravillosos y dignos de elogios. Sin embargo, no son siempre alcanzables, entonces estos se convierten en una fuente de tensión. Yo, siempre fue feliz al crecer con el lema de la Universidad de San Javier – “Nihil Ultra” – “Nada más alto”. El objetivo es lograr lo mejor que sea posible para una persona. No significa éxitos o competencia con los demás. Era un ideal al cual los estudiantes éramos alentados, “Nada más alto”, los mejor que tú puedes hacer.
De hecho, cuando entré al seminario en 1941, le escribí a mi Arzobispo, el Padre Perier S.J., comentándole que había quedado primero en mi promoción, luego de la haber dado ya la mitad de mis exámenes. Su respuesta fue aleccionadora, por la recordaré siempre. Me escribió: “Te felicito, pero no estoy muy impresionado con los resultados de ningún examen. Prefiero tener la certeza de tu parte de que estás haciendo lo mejor posible. Esa sería mi más grande alegría”.
Fue una lección que aprendí muy temprano en mi formación. Mucho más tarde, leí las líneas del cura de Ars, repetidas también por la Madre Teresa, “Dios no espera que seamos exitosos. El sólo quiero que seas fieles”.
Dando lo mejor de cada uno, sin deprimirse por haber fallado o ansioso esperando el éxito, puede ser muy satisfactorio y gratificante. Le pregunté a una niña en la clase 6 de Loreto Sealday que era lo que estaba estudiando. Su respuesta fue, bengalí. Le pregunté si había aprobado. Y me respondió que lo estaba haciendo mejor que lo solía hacer. Ese es el correcto acercamiento – mejorar sobre lo pasado, y no necesariamente abocarnos en el éxito.
Un hombre estaba rezando concienzudamente para saber cuál era la voluntad de Dios, cuando escuchó una voz que le decía: “Presiona la roca que está en frente de tu casa”. Salió y fue a ver qué era lo que él podía hacer. La roca era enorme y profundamente enterrada en el suelo. Sin embargo, se dedicó a sólo obedecer lo que la voz le había dicho. Mañana, tarde y noche, él empujaba la roca. Empujaba y empujaba. La gente que pasaba por su lado, sólo se reían. Hasta algunos lo ridiculizaban. Después de algunos meses, volvió para rezar con quejas y tenía algunas quejas acerca de la misión que se le había encomendado. “Señor”, el dijo, “Estoy empujando y empujando y no pasa nada. Me estoy convirtiendo en el centro de todas las burlas. Por favor, guíame”. Fui ahí cuando oyó la misma voz que le decía, “Te dije que empujaras la roca. No te dije que la movieras”.
Fidelidad a los designios del Señor es ya un éxito en sí mismo. Hacer el trabajo diario, estar disponible en el momento exacto para cumplir con nuestros compromisos, preparar la comida a tiempo para nuestra familia, todas estas rutinarias tareas pueden ser vistas como sin ningún valor. Sin embargo, a estas tareas, el Señor dice: “Bueno y fiel servidor, has sido fiel en las pequeñas cosas, te recompensaré en abundancia”.
La tensión que se produce de las expectativas o de las comparaciones con los demás o de fallos, necesita encontrar un sentido común de fidelidad. Cuando eso se logra, las tensiones disminuyen. El mundo de la competencia despiadada y la acelerada locura para conseguir el éxito y estar en la cima es momentáneo. Tenemos que calmarnos frente a una situación de este tipo, y encontrar alegría y paz, pues de esa manera, seremos fieles a los deberes que se nos han encomendado.
Esto no significa un llamado a la mediocridad. Al contrario, es un desafío a destacar sin estrés ni tensión. Nihil Ultra. Hago lo mejor que puedo. Dios no espera más. El mundo quizá se sienta desilusionado. Pero yo no he sido creado para agradar al mundo. Yo tengo el deber de cumplir con la voluntad de Dios.