n
El Movimiento Corpus Christi tiene el mismo espíritu que el de las Misioneras de la Caridad, nace de la misma llamada que recibió Madre Teresa, aunque se vive de un modo diferente al que lo viven ellas. Se vive por sacerdotes diocesanos, que fueron llamados de la misma forma pero para conjuntar la grandeza de la vocación sacerdotal con el carisma de las Misioneras de la Caridad. Puntos concretos en los que se ha de insistir:
• “Traerle los que están lejos de Jesús, los que viven en la oscuridad, los que sufren sin conciencia de que Jesús está cerca de ellos”. “No me conocen, por lo que no me pueden amar”. Muy particularmente a los que no tienen nada. Corpus Christi Movement es una gran red con la que intentamos pescar a toda esta gente y ponerla junto al Señor, acercarlos a Él.
• Nosotros no hacemos votos, ni tampoco el cuarto voto que es lo que define el carisma de las Misioneras de la Caridad, sin embargo debemos vivir ese espíritu. En nuestro caso significa que debemos salir a buscar a las almas, no esperando a que nos vengan, y buscar especialmente “the lost, the least, the last”. Especialmente a través de la confesión sacramental, buscando a los que están espiritualmente muertos. No sólo nos hacemos presentes, facilitando el sacramento a los que vienen, sino que salimos a invitar a los alejados a acudir a este sacramento. Eso es lo que hacen las Sisters con delicadeza y con gran respeto, pero no se conforman con estar disponibles. Además en el sacramento de la confesión buscamos la santidad de las personas, por eso debemos cuidar el trato con los penitentes: no aspirar a lo mínimo, sino a lo máximo. Esto está muy identificado con lo que es la vocación sacerdotal: buscar dónde hay pesca y hacerles que entren en la barca.
Buscamos a los que están perdidos y acogemos con alegría y sacrificio a los que se acercan: Madre Teresa parecía no tener a nadie más importante que a los que en ese momento tenía delante.
• Jesús quiere que Madre Teresa sea quien lleve el amor de Dios a los que están más perdidos. No es nuestro amor personal lo que hemos de entregar, no nos necesitan a nosotros, sino a Jesús, al Señor. Nosotros no somos el salvador. Él es el salvador. Nosotros le llevamos a Él, debemos comunicar su amor, el de Dios. El espíritu de las Misioneras de la Caridad intenta ser algo primeramente experiencial antes que meramente teórico: Estamos aquí para llevar a Cristo con nosotros, en nuestras vidas. Madre Teresa nos ve predicando sin predicar, a través de nuestra vida, de nuestro trabajo, de nuestra entrega, de nuestro amor.
• Debemos, como las Sisters, ser victimas de su amor: uniéndonos a Cristo por el bien de la gente: esto es lo que hace que seamos solidarios con los que son pobres, incluso físicamente. Por eso el Señor quiere y cuenta con nuestro sufrimiento, que ha de unirse a su cruz, esa vivencia no es sólo sacramental, es real, personal, nos identifica con Él. Realmente esto no debería ser específico para los miembros del Corpus Christi Movement. Todo esto es muy sacerdotal.
• Todo esto debe ayudarnos a vivir mejor nuestro sacerdocio, a buscar con más entrega nuestra santidad, para poder vivir mejor este espíritu de Madre Teresa.
• Madre Teresa era consciente que no había sido llamada sólo para los que tenían una verdadera pobreza material. La mayor pobreza no es la de los que no tienen pan, educación, u oscuridad humana. La pobreza mayor es la que tienen los que se preguntan ¿dónde está tu Dios?
• La gran preocupación de Madre era la santidad, no sólo la personal, que cada uno ha de alcanzar con la gracia de Dios, sino la de los demás. Estamos aquí para ayudarnos unos a otros a ser santos. El trabajo sacerdotal es siempre santificador. Nuestra preocupación constante por la santidad de los demás nos llevará a ser verdaderos instrumentos de salvación para los demás. El demonio se opondrá constantemente a nuestro empeño y se enfadará con nuestro trabajo, pero eso no debe angustiarnos, contamos con la gracia de Dios. Por eso es tan importante que el sacerdote se haga presente, su bendición, su consejo, su presencia es siempre una gran ayuda en las batallas contra el pecado.
• Madre Teresa transmitía el deseo de santidad a los demás por ser ella misma santa. De ahí que nosotros, sacerdotes, tengamos una gran responsabilidad a la hora de buscar nuestra propia santidad. Nuestras oscuridades no deben impedirnos seguir caminando como hombres de fe. La oscuridad de Madre Teresa no fue la derrota sino la victoria de la fe. Madre Teresa nos enseñó que se debe y se puede elegir el amor en medio del dolor. Muchas veces el dolor es utilizado en contra de la fe: ¡Dios no se ocupa de nosotros! Madre Teresa nos enseña a hacer el bien no dejándose perder en nuestro propio dolor y mal. El dolor nos puede llevar bien a cerrarnos en nosotros mismos bien a darnos a los demás amándoles: morir a nosotros para vivir para los demás. Cada persona tiene su propia Calcuta, y en nuestras manos se ha puesto la posibilidad de elegir salir de nuestro dolor para darnos al hermano.
• Debemos enseñar a cada persona que son únicos en el plan de Dios. Yo no he sido llamado a ser como Madre Teresa y hacer lo que ella hizo, sí a hacer lo que debo en el modo que ella lo hizo. Lo que yo haga quedará hecho, lo que yo deje de hacer nadie lo podrá hacer por mí. Eso es hacer algo bonito para el Señor, something beautiful for God.