Cuando estuve enfermo,
tú me diste de comer;
cuando estuve sediento, tú me diste de beber.
Cualquier cosa que hagas al más pequeño de mis hermanos,
a Mí me lo hiciste.
Ven y entra en la casa de Mi Padre.
Cuando fui un extranjero, tú me abriste tus puertas;
cuando estuve desnudo, me diste vestido.
Cuando estaba cansado, me diste paz;
Cuando tuve miedo, me serenaste.
Cuando era pequeño, me enseñaste a leer;
cuando estuve solo, me diste tu amor.
Estuve en prisión y me visitaste;
Estuve enfermo y tú cuidaste de mí.
En un país extraño, tú me diste un hogar;
Cuando no tenía empleo, me encontraste uno.
Cuando estaba herido, tu me curaste,
Buscando una amistad, tú me diste la mano.
Sin importar si yo era negro, o blanco o amarillo,
Si era objeto de burlas o fuera insultado, tu cargaste con mi cruz.
Cuando era viejo, tu me sonreíste;
Cuando no podía encontrar la paz, tú me la trajiste.
Tu me viste lleno de sangre y de escupidas: sucio y sudoroso.
Y aun así me reconociste.
Tu estuviste a mi lado en los tiempos difíciles,
En la hora de la felicidad, estaremos juntos.