El “rito de Jerusalén” es la liturgia recogida más antigua de la Cristiandad. Se hizo famosa porque fue el esbozo y el comienzo del desarrollo de varios ritos litúrgicos, especialmente en el Este.
Es originariamente la liturgia local de Jerusalén y no es otra que la celebrada liturgia de Santiago, primer obispo de Jerusalén y “hermano del Señor”.
Evidencia histórica de sus orígenes aparecen hasta en el texto mismo. Por ejemplo, una clara alusión a los santos lugares de Jerusalén aparece después del Epiclesis: “Te ofrecemos oh Señor, por tus Santos Lugares, que glorificaste con las apariciones divinas de tu Cristo y por la venida de tu Espíritu Santo, especialmente para la santa y gloriosa Sión, madre de todas las Iglesias” (Sión en lenguaje cristiano originario, se refería siempre a la Iglesia local de Jerusalén.)
Tenemos evidencias posteriores en los discursos catequéticos de San Cirilo de Jerusalén, que tuvieron lugar sobre el año 348 en la Iglesia del Santo Sepulcro. Es obvio que describen la liturgia como la conocían sus oyentes allí, y es también evidente que la liturgia de Cirilo es la que ahora conocemos como la de Santiago.
La liturgia atribuida a Santiago se expandió por el patriarcado de Jerusalén. (Hay que señalar que hasta el Concilio de Éfeso, Jerusalén pertenecía al patriarcado de Antioquía). De este modo, la liturgia de Santiago se hizo camino en Antioquía y allí desplazó al rito de las Constituciones Apostólicas. Adoptada sin cambios en Antioquía (la alusión local a la “santa y gloriosa Sión” se dejó inalterada) se impuso con la nueva autóridad, como la liturgia de la Iglesia patriarcal.
Los ortodoxos la utilizaron en Grecia hasta el siglo XII, cuando el rito “hijo”, de Constantinopla, (siendo un desarrollo y consecuencia del rito de Santiago) lo sustituyó.
En el presente, el antiguo Rito de Jerusalén es utilizado en Siria por los Jacobitas y los Sirios “de la Unidad” y en un derivado de éste, por los Maronitas. La versión griega ha sido restaurada por los fieles de Jerusalén, para un dia al año, el 31 de Diciembre, fiesta de la liturgia divina de Santiago.
Su valor hoy, además del histórico, es la oportunidad que dá a los cristianos modernos de beber y ser formados por la fuente original de la piedad litúrgica, que inspiró, de un punto a otro, todas las sucesivas liturgias.
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