Tras la llegada al altar:
El sacerdote dice: La paz sea con vosotros.
Pueblo: Y con Tu Espíritu.
Sacerdote: El Señor nos bendiga y santifique para la entrada y celebración de los santos y puros misterios, dando reposo a las bendecidas almas entre los buenos y justos, por su gracia y amorosa bondad, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.
El diácono entonces reza la oración de mandato: En paz, supliquemos al Señor: Por la paz que nos viene de lo alto, por el amor de Dios al hombre y por la salvación de nuestras almas, supliquemos al Señor. Para la paz de todo el mundo y para la unidad de todas las santas iglesias de Dios, supliquemos al Señor. Para la remisión de nuestros pecados, perdón de nuestras transgresiones, para la liberación de toda tribulación, cólera, peligro y dolor y por el alzamiento de nuestros enemigos, supliquemos al Señor.
El sacerdote dice a continuación, inclinándose: Oh compasivo, misericordioso, sufriente, lleno de gracia y verdadero Dios, mira desde Tu lugar de morada y oyenos a nosotros suplicantes y no nos dejes caer en la tentación del demonio y del hombre. No nos niegues tu ayuda, ni nos envíes castigos demasiado pesados para nuestras fuerzas: pues somos incapaces de superar lo que se nos opone, pero Tú eres capaz, Oh Señor, de salvarnos de todos nuestros enemigos y de todo obstáculo y peligro. Sálvanos de acuerdo con Tu bondad, oh Dios, de las dificultades de esta vida, acercándonos con plena consciencia a Tu santo altar, podemos enviarte el bendito y muy bendecido himno, junto con los poderes del cielo, y habiendo realizado este servicio, agradable a Ti y divino, seamos contados entre los dignos de vida eterna. Porque Tu eres santo, Señor Dios nuestro, Tu que moras en la santidad de santidades, te elevamos la alabanza del muy bendecido himno a Ti, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Pueblo: Amén.
Sacerdote: La paz sea con vosotros.
Pueblo: Y con tu espíritu.
Se canta el “trisagion”:
Santo Dios,
Santo poderoso,
Santo inmortal,
Ten piedad de nosotros.
(Luego, los santos oráculos del Antiguo Testamento y de los profetas, son leidos en orden, y la encarnación del Hijo de Dios se coloca en adelante, y Sus sufrimientos y resurrección de entre los muertos, su ascensión a los Cielos, su segunda aparición en gloria y esto tiene lugar diariamente en el santo y divino servicio.)
Back |