Algunos aspectos de nuestra regla de vida

 

Como miembros del Movimiento del Corpus Christi, seremos obedientes a nuestros Ordinarios y viviremos y trabajaremos bajo su protección, y con su bendición.

En la celebración diaria de la Santa Misa y en una hora de Adoración Eucarística encontraremos el centro de nuestras vidas, y creceremos en el amor de Jesús, alimentándonos con Su Amor, y buscando esparcir este Amor entre las almas confiadas a nuestro cuidado.

Poniendo nuestra confianza en Jesús y en la Divina Providencia "iremos a toda prisa", como María, quién fue a servir a su prima Isabel. Iremos a cualquier lugar en que se encuentre "la mayor necesidad" de nuestro ministerio sacerdotal.

En nuestro ministerio, además de servir a la gente encomendada a nuestro cuidado pastoral y a los miembros del Movimiento, permaneceremos también especialmente abiertos con el fin de estar disponibles y asistir y servir a la familia de las Misioneras de la Caridad y a los más pobres de los pobres a quien ellas sirven, de tal manera que todos podamos crecer en santidad.

Algunos de los miembros tendrán la posibilidad de hacer una consagración más profunda haciendo un voto privado de servicio gratuito y de todo corazón a los más pobres de los pobres, en el espíritu de las Misioneras de la Caridad, en la medida en que sus vidas como sacerdotes diocesanos lo permitan.

Con celo y amor misionero buscaremos a los espiritual y materialmente más pobres de los pobres, en donde quiera que se encuentren y quienes quiera que ellos sean. Nos esforzaremos para simplificar nuestros estilos de vida, renunciando con alegría a las cosas materiales superfluas.

Como una familia, tomaremos a María, la Madre de Jesús, como nuestra Madre y Causa de Nuestra Alegría, para guiar nuestro Movimiento, y San José será nuestro protector y guardián. Nosotros, como hermanos sacerdotes en el Movimiento, haremos todos los esfuerzos posibles para ayudarnos entre nosotros a crecer en santidad y en el Amor de Jesús y en el de uno por el otro.

Ayudaremos a orar a las familias y enseñaremos a los niños la fe, y fomentaremos la Confesión y la Santa Comunión como un medio para inflamar el amor a Cristo por todo el mundo.

Los miembros del Movimiento serán adoptados por las hermanas religiosas, de igual modo en que los sacerdotes fueron adoptados por Santa Teresita, la pequeña flor